sábado, 19 de julio de 2014

COLABORACIÓN: ¡AL ABORDAJE!, una gran andanada contra los tópicos de la piratería

Con la llegada de la saga Piratas del Caribe a las grandes pantallas, las figuras de estos buscadores de fortuna dieron un nuevo giro de tuerca; introduciéndonos en historias de barcos fantasmas, maldiciones y tesoros ocultos en los confines del mundo. Mencionar al capitán Jack Sparrow es crear el arquetipo pirata en el inconsciente colectivo, pero ¿Qué hay de veracidad histórica en la figura del célebre pirata? La historia de los piratas está llena de tópicos y mitos que iremos desmenuzando a lo largo de este breve artículo para dar respuesta a una simple pregunta: ¿Quiénes fueron los auténticos piratas del Caribe? Por ello y sin más dilación, que todos aquellos capaces de empuñar una espada –y leer este artículo– me sigan a bordo.

Pero, ¿A bordo de qué? Seguramente os estaréis preguntando. E instintivamente os habrá venido a la mente la imponente imagen del gran galeón. Pero me temo, pequeños grumetes, que los galeones forman parte de ese extenso conjunto de mitos piratas. Ellos preferían embarcaciones rápidas y ligeras con las que poder atacar de forma rápida, saquear todo lo posible y escapar de la forma más rauda. Por ello usaban balandros, bergantines, bricbarcas o fragatas ligeras con las que poder escapar de forma fácil.
Bergantín britanico persiguiendo a un bergantín contrabandista
Montague Dawson

Generalmente la tripulación de estas embarcaciones piratas la formaba un grupo de marineros que se hacían a la mar durante un periodo de tiempo determinado con el objetivo de hacer fortuna mediante los saqueos. Entre ellos se encontraba el capitán, democráticamente elegido por el resto de hombres y sus oficiales. La embarcación funcionaba como si de un microestado se tratase, donde cada uno de estos hombres tenía una función concreta y un objetivo común; repartirse el botín conseguido mediante el pillaje. Sin embargo, aquellos capitanes con extraordinarias dotes de mando y habilidad para su oficio eran los más apreciados y los que a su vez consiguieron hacerse un renombre en la historia de la piratería.

“Con diez cañones por banda…” Reza el poema de Espronceda y no yerra tanto el poeta romántico, pues el origen de los piratas del Caribe se encuentra en una guerra. La Guerra de Sucesión Española que a comienzos del siglo XVIII enfrentó a varias potencias europeas y a sus colonias de ultramar. Muerto Carlos II sin heredero, estalló el conflicto sucesorio entre borbones y austracistas hasta llevar la guerra incluso a territorios americanos. Debido a esta situación el número de corsarios durante la guerra aumentó drásticamente, corsarios que gracias a las patentes de corso proporcionadas por las naciones europeas, saqueaban los barcos y asaltaban las posesiones de los enemigos y rivales en la guerra. Durante casi más de 12 años, los conflictos se suceden y con ellos las acciones de corsarios y saqueadores que verán prolongada su beneficiosa situación hasta 1713, cuando la firma del tratado de Utrecht de fin a todos los conflictos.

Como consecuencia directa de estos acontecimientos, un numeroso contingente de hombres cuyo único fin y propósito era el saqueo y el pillaje de posesiones enemigas, se quedaron sin trabajo y en busca de una nueva ocupación. De este modo lo que hasta entonces habían sido corsarios a sueldo de las distintas coronas europeas, pasaron a ser piratas sin patria que saqueaban y robaban tan solo por su propio beneficio, dando lugar en los años siguientes a la mayor explosión de piratería del Caribe, conocida popularmente como la Edad dorada de los piratas. 

“¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!” Recitáis al gran Walt Whitman mientras preguntáis quienes fueron aquellos grandiosos piratas que lograron forjarse su propio destino y ganarse a pulso el derecho a pertenecer a los libros de historia –o por lo menos a las líneas de este artículo­–. Lo cierto es que a partir de 1715 se produce un auge masivo de las actividades piratas. Convertidos ahora en enemigos de todas las naciones, los piratas ya no eran bienvenidos en ningún puerto de ninguna de las potencias que gobernaban el Caribe, de modo que a partir de 1716 se produce una agrupación de los piratas en la isla de Nueva Providencia, fundando así su propio “estado” pirata. Desde este lugar estratégico que sirvió de residencias para piratas de todas las nacionalidades es desde donde partían los barcos dispuestos al saqueo de las posesiones marítimas de las potencias coloniales y los ataques a embarcaciones se sucedieron constantemente y cada vez con mayor frecuencia a lo largo de los años siguientes. 

Para 1717, más de dos mil piratas se habían establecido en el Caribe, entre los que se encuentran viejos corsarios de la guerra. Entre estos corsarios hay un hombre que destaca especialmente, Edward Teach, quien más adelante sería conocido como Barbanegra el legendario pirata a bordo del infame Queen Anne Revenge, su buque insignia. En poco tiempo Barbanegra logró reunir una flota de entre quince y veinte barcos con la que hacer frente incluso a los amplios poderes militares de los gobernadores locales. Consiguiendo en 1718 una de las hazañas más famosas dentro de la historia de la piratería: El sitio y bloqueo de Charleston en el estado de Carolina del Sur mediante un secuestro de rehenes y la consiguiente recompensa por su liberación.

Pero en noviembre de ese mismo año, el gobernador de Virginia, manda una pequeña flota gobernada por el teniente Maynard con el objetivo de derrotar a Barbanegra. De modo que tras varias persecuciones y el consiguiente abordaje de célebre capitán y su tripulación a los navíos atacantes, todo finalizo en un sangriento combate a espadas que acabó con la vida de Edward Teach, cuya cabeza fue cercenada y utilizada como trofeo por el teniente Maynard. 

A lo largo de los años siguientes se sucedieron toda una serie de figuras legendarías dentro de la piratería. Personajes femeninos como Anne Bonny y Mary Read –pues no sólo de hombres iba el juego–, ambas acogidas en la tripulación de otro de los más famosos piratas del Caribe Jack “cálico” Rackham –en quien se basa el protagonista de la saga fílmica­–. Sus actividades delictivas continuaron a lo largo de dos años hasta que en 1720 el barco de Rackhman fue capturado bajo las órdenes del gobernador de Jamaica. Quedando condenados todos ellos al más triste destino: Jack Rackhman y su tripulación masculina fueron condenados y ejecutados mediante la horca, pero las dos mujeres se libraron de la condena al alegar que estaban embarazadas. Mary Read finalmente murió en prisión a causa de una enfermedad, mientras que Bonny, la única que se mantenía con vida, consiguió escapar al pagar su padre por su libramiento. 
Anne Bonny, la célebre pirata irlandesa

Pero al menos hubo un último señor de la piratería en el Caribe. En 1719, Roberts era un marinero en uno de los barcos mercantes de las costas de África, barco que fue apresado y capturado por el pirata Howell Davis, quien obligó a Roberts a convertirse en un pirata forzoso en contra su propia voluntad. Con el tiempo este cargo de pirata forzoso lo llevaría a convertirse en el pirata de mayor éxito de todo el Caribe, con una lista de más de 350 barcos apresados y saqueados. 


Tras una serie de fructíferos asaltos a distintas localidades y embarcaciones, en 1720 llegaron a las costas de Terranova, donde destruyeron casi la totalidad de la flota que se encontraba anclada en la ciudad de Trepassey y saquearon la ciudad de forma salvaje, asi como muchas otras poblaciones y localidades vecinas y otras embarcaciones, creando así una brutal reputación para el pirata Roberts. 

Finalmente en los últimos años de su carrera, los gobernadores de Martinica y Barbados enviaron barcos de guerra y a varios corsarios cazarecompensas en busca de la flota de Roberts, de modo que Roberts no se asustó ante esta nueva amenaza y respondió al ataque. Tras declarar la guerra a los gobernadores de Martinica y Barbados y saquear toda embarcación que rondara por sus aguas, Roberts decidió volver al continente Africano, el lugar donde había iniciado sus actividades. En 1721 apresaron una fragata de Inglaterra, la cual armaron y anexionaron a su convoy de barcos y continuaron sus hazañas hasta que dos navíos militares británicos alcanzaron los barcos piratas. Tras esto, el último de los grandes piratas de la edad dorada, Roberts, fue ejecutado en 1722 y con él finaliza el ultimo atisbo de grandeza y riqueza de lo que una vez fueron los grandes señores de las aguas del Caribe. 

Durante un par de décadas los piratas pusieron en jaque todo el comercio de las potencias del Caribe: España, Inglaterra, Francia, Holanda, Portugal… son solo algunas de las poderosas naciones que vieron como sus navíos mercantes eran saqueados y como sus colonias eran asaltadas mediante casi la total impunidad de los piratas.

No eran como las imágenes que tenemos en nuestro subconsciente, eran ladrones, eran asesinos y eran salvajes y despiadados, pero durante más de dos décadas ese puñado de ladrones y asesinos consiguieron vivir de forma libre e independiente y poner en jaque a las principales potencias coloniales. Pasando a la historia como los más odiados símbolos de degeneración para unos; y el más excelso arquetipo de la libertad para otros.

Yo, pequeños grumetes, prefiero quedarme con aquellos versos…

“Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.”




Eidan R.


FUENTES:

-BURNEY, James. Historia de los bucaneros en América. España. Ed, Renacimiento. 2007
-ULLIVARRI, Saturnino. Piratas y corsarios en Cuba. España. Ed, Renacimiento. 2004
-WOODARD, Colin. La republica de los piratas. Barcelona. Ed, Crítica. 2008

-Documental Canal Historia: Los auténticos piratas del Caribe

-www.armada.mde.es

-www.digital.csic.es 

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